Es como si el punto de partida (incluso utópico) fuese una gran fotografía bruta (de frente y nítida), sobre la cual el hombre dispondría, gracias a ciertas técnicas, los signos provenientes del código cultural. Aparentemente, sólo la oposición del código cultural y del no-código natural pueden dar cuenta del carácter específico de la fotografía y permitir evaluar la revolución antropológica que ella representa en la historia del hombre, pues el tipo de conciencia que implica no tiene precedentes. La fotografía instala, en efecto, no ya una conciencia del estar-allí de la cosa (que cualquier copia podría provocar), sino una conciencia ilógica entre el aquí y el anterior; en la fotografía se produce una conjunción ilógica entre el aquí y el antes.

Retórica de la imagen, R. Barthes.

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